FELIZ NAVIDAD / FELICES DÍAS
En la Tarde de hoy 24 de diciembre de 2020, he abierto al azar el libro de los Evangelios Apócrifos que heredé de mi Padre Rafael, Médico, Especialista del Aparato Digestivo de profesión, y este libro, lo heredé de él a su muerte, en la noche del día de los Reyes Magos hace ya unos años.
He lanzado la pregunta: «Que trae esta Navidad de 2020 al Mundo y a la Humanidad»
Y se ha abierto en el Cápitulo XXI y dice así:
Y, vi un Cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra se fueron, y el mar ya no es.
Y yo Juan, vi la Santa Ciudad, Jerusalén nueva, que descendía del Cielo, de Dios, dispuesta como una esposa, ataviada para su marido.
Y, oí una gran voz del Cielo que decía. He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres y morará con ellos; y ellos serán su pueblo y el mismo Dios será su Dios con ellos.
Y limpiará Dios toda lágrima de los ojos de ellos y la muerte no será más, y no habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas son pasadas.
Y el que estaba sentado en el trono dijo; He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.
Y dijome: Yo soy Alpha y Omega, el principio y el fin Al que tuviere sed, yo le daré de la fuente del agua de vida gratuitamente.
El que venciere, poseerá todas las cosas; y yo seré su Dios, y él será mi hijo.
Más a los temerosos e incrédulos, a los abominables y homicidas, a los fornicarios y hechiceros, y a los idólatras, y todos los mentirosos, su parte será en el lago ardiendo con fuego y azufre, que es la muerte segura.
Y vino a mí uno de los siete ángeles que tenía las siete copas llenas de las siete postreras plagas, y habló conmigo diciendo: Ven acá, yo te mostraré la esposa, mujer del Cordero.
Y llevóme en Espíritu a un grande y alto monte, y me mostró la grande ciudad sana de Jerusalén, que descendía del cielo de Dios.
Teniendo la claridad de Dios; y su luz era semejante a una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, resplandeciente como cristal.
Y tenía un muro grande y alto con doce puertas; y en las puertas, doce ángeles, y nombres escritos, que son los de las doce tribus de los hijos de Israel.
Y el muro de la Ciudad tenía doce fundamentos, y en ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero.
Y el que hablaba conmigo, tenía una medida de una caña de oro para medir la ciudad, y sus puertas y su muro.
Y midió su muro, ciento cuarenta y cuatro codos, de medida de hombre, la cual es del ángel.
Y el material de su muro era de jaspe; más la ciudad era de oro puro, semejante al vidrio limpio.
Y las doce puertas eran doce perlas, en cada una, una, cada puerta era de una perla. Y la plaza de la ciudad era de oro puro como vidrio transparente.
Y no vi en ella Templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero.
Y la Ciudad no tenía necesidad de Sol, ni de Luna, para que resplandezcan en ella, porque la claridad de Dios la iluminó, y el Cordero era su lumbrera.
Y las naciones que hubieren sido salvas andarán en la lumbre de ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella.
Y sus puertas nunca serán cerradas de día, porque allí no habrá noche.
Y llevarán la gloria y la honra de las naciones a ella.
No entrará en ella ninguna cosa sucia, o que hace abominación y mentira; sino solamente los que están escrito en el libro de la vida del Cordero.
Y yo Belén de la Paz, os digo: Larga vida en una nueva vida a los hombres y mujeres de honor, dignidad y buena voluntad e intención.
Feliz Navidad
Belén de la Paz Jai Mataji